Victor Bassols, Blanes, cicloturismo, fotografia, infarto, corazón. Foto: Carretera de Tossa de Mar a Llagostera, Abril 2010
Mi pronta llegada al servicio de urgencias significó mucho mas que poder salvar la vida, un cumulo de casualidades, que a posteriori descubrí se habian aliado a mi favor, fueron sucediendo durante las horas previas al infarto. Ajeno a los inminentes acontecimientos que se avecinaban, el dia trancurria placidamente, nada me hizo sospechar que aquel seria el primero de una nueva existencia, no podia imaginarme las experiencias de vida y de muerte, de temor y esperanza que deberia superar y para las cuales no estaba preparado.
Carreras, semblantes serios y gestos nerviosos, mi entorno y mi cuerpo eran un cumulo de nervios y dolor, profundo dolor, intenso, largo e incesante dolor. Mi mente consciente de la gravedad trataba de ayudar a un corazón maltrecho y ya casi desahuciado. Mi mujer, mis hijos, asuntos pendientes y una vida que se escapaba se sujetaban con fuerza al fino hilo de vida que aun me quedaba.
Blanco, luz, paz, alegria y vida, conversaciones, formas y una bella mujer merena de pelo lacio ofreciendome un pequeño cofre que no llegué a coger. Mi corta visita al otro lado no solo sirvió para entender que mi labor en este mundo todavia no habia concluido, que ese no era mi momento, sino que además me permitió experimentar el mayor de los prodigios...
Despertar, aturdido e inquieto despertar, libre de dolor pero consciente de la gravedad de lo sucedido, buscando respuestas donde no las encontraba y sintiendo el regreso del dolor, fuerte, profundo e intenso dolor.
El reflejo de las luces de la ambulancia distraian un dolor que no cesaba y servian para ver el semblante preocupado del enfermero que tenia cura de mi pulso y no quitaba ojo a los datos que le proporcionaba mi corazón, corazón que creia perder o algo peor, corazón que parecia querer abandonarme. Una de las luchas mas intensas que he tenido que librar la estaba manteniendo en esos momentos, la dulce muerte, muerte que ya habia saboreado y que volvia a llamar a mi puerta dandome a elegir entre seguir sufriendo aquel terrible dolor o dejarme llevar y abrir el cofre, tentadora oferta, pero insuficiente ante la fuerza del rostro de mis hijos.
La operación culminó con éxito, el riego restablecido y a los pocos dias estaba camino de casa, con nuevas experiencias, sensaciones y un nuevo orden de prioridades que habia calado profundamente en mi ser. Ya nada volverá a ser lo mismo, ya nada volverá a tener el mismo valor, tan solo un objetivo en el horizonte próximo, dar un paso i despues otro y otro y luego otro mas.
La escasa lesión y la disciplinada recuperación a la que me he sometido han propiciado la aparición en mi vida de un nuevo elemento, ahí en el retorno de todo eso es donde se produce la verdadera reacción, es donde en segundos tu vida cambia, donde tus prioridades dan el vuelco definitivo, donde ya nada volverá a ser igual, donde ahora mas que nunca vivir es vivir y donde el verdadero sentido de la existencia adquiere su máxima dimensión.
Vida, naturaleza, amor y un sinfín de adjetivos que habian desaparecido de mi vida adquieren nuevamante todo su significado. Querer volver, esa fué la parte mágica, el verdadero cambio, desear poseer mis sueños, tratar de encontrar la esencia del sentido de mi existencia, sentir que el mundo puede estar de nuevo a mi alcance.
Una nueva experiencia introspectiva plagada de reflexiones y largos paseos por la playa buscando mis nuevos limites y progresando sin prisa pero sin pausa, nuevos habitos como la bicicleta, un instrumento cuya colaboración ha sido clave en mi lucha contra el tabaco y que ha fomentado en hacer de mi una persona que ama su entorno, que se nutre de el y vive según su cadencia, que aprovecha todos los beneficios que aporta y saborea su medio, ella cumple una parte importante de mi naturaleza por su propia naturaleza, cumple a la perfección aquello que estoy buscando...SIMPLICIDAD Y LIBERTAD...es el veiculo adecuado para recibir en toda su dimension el regalo de la vida.
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Texto dedicado a mi mujer Carmen y a su buena amiga Marta, que sin su providencia hoy no estaria vivo, y al Doctor Corali, medico valiente y decidido a salvarme la vida y a todas aquellas personas que por distintos motivos se han cruzado en mi vida y me han aportado esperanza y confianza en mi mismo.